La COP29, la cumbre de las finanzas, congregó a expertos, líderes y diversas personalidades de todo el mundo para debatir la hoja de ruta que debemos seguir para mitigar el impacto de la actividad humana sobre el medio ambiente. En esta edición, se logró un avance significativo: la financiación climática para países en desarrollo se triplicará para 2035, un paso esencial para impulsar la justicia climática y proteger a las comunidades más vulnerables.
Las negociaciones, aunque fueron fructíferas en algunos aspectos, pusieron de manifiesto las grandes diferencias que existen entre los contextos de cada país. La transición hacia un modelo económico bajo en carbono requiere innovación, colaboración y un replanteamiento profundo de las prioridades políticas y sociales. Con Brasil como anfitrión de la COP 30, las expectativas se centran en cerrar estas brechas y acelerar las acciones para enfrentar la crisis climática.
Huella de carbono: significado e importancia
La huella de carbono se refiere al volumen total de gases de efecto invernadero (GEI) que todas las industrias, empresas, individuos y otras entidades emiten como consecuencia de sus actividades diarias, tanto de manera directa como indirectamente.
Para evaluar cómo reducir la huella de carbono, es fundamental medir las emisiones de gases como metano, CO₂, óxido de nitrógeno y perfluorocarbonos. Comprender cómo calcular la huella de carbono de una empresa es esencial para cualquier organización que aspire a disminuir su impacto ambiental.
El cálculo de la huella de carbono no depende únicamente del tipo de gas producido y emitido. Existen directrices comunes para los países europeos sobre cómo calcular la huella de carbono de una empresa.
Por ejemplo, en la industria alimentaria, la huella de carbono adquiere una relevancia especial debido a la extensa cadena de suministro involucrada en la producción, transporte, almacenamiento y preparación de productos alimenticios. Desde el campo hasta la mesa, cada etapa del proceso genera emisiones de carbono, y comprenderlas es el primer paso para gestionarlas.
Cómo calcular la huella de carbono de una empresa
A raíz de los esfuerzos realizados por la comunidad internacional para reducir los daños causados al medio ambiente a causa de la actividad humana, las empresas están cada vez más interesadas en poder calcular su contribución a esta degradación.
Para llevar a cabo el cálculo de la huella de carbono de una empresa, se deben evaluar las emisiones generadas en todas sus operaciones, incluyendo el consumo energético, el transporte y la gestión de residuos. Muchas organizaciones recurren a calculadoras de huella de carbono proporcionadas por consultoras ambientales, las cuales consideran diversos factores para calcular la huella de carbono, como el tipo de energía utilizada, las distancias de transporte y el volumen de residuos generados.
Este proceso implica los siguientes pasos:
- Identificación de las fuentes de emisión dentro de las operaciones de la empresa (por ejemplo, consumo energético y transporte).
- Cálculo de la cantidad de CO₂ y otros GEI emitidos por cada fuente.
- Consolidación de estos datos en un cálculo total de huella de carbono.
Este análisis permite a las empresas identificar áreas donde pueden reducir emisiones y realizar un seguimiento de sus avances a lo largo del tiempo.
La norma UNE EN 14067, modificada posteriormente por UNE-EN ISO 14064-1:2019, establece directrices para el cálculo de la huella de carbono de una empresa. Entre los factores para calcular la huella de carbono más relevantes se encuentra la clasificación de las huellas de carbono en: huella de carbono del producto, huella de carbono corporativa y huella de carbono del evento.
- La huella de carbono de un producto es similar al concepto de “cálculo del coste del ciclo de vida”, ya que también tiene en cuenta todos los aspectos relacionados con un producto concreto, lo que incluye, en el caso de la medición de la huella de carbono, las emisiones producidas durante la extracción de materiales, la fase de producción, el uso del producto y durante su transformación en residuo.
- Se entiende por huella de carbono de un evento el compendio de todas las emisiones derivadas de la organización y celebración de conciertos, exposiciones, etc.
- La huella de carbono corporativa estima todas las emisiones de GEI asociadas a la actividad de una empresa.
Cómo reducir la huella de carbono de una empresa
Una vez que una empresa ha evaluado su impacto ambiental, es crucial abordar cómo reducir la huella de carbono. Es posible reducir la huella de carbono de una empresa, utilizando métodos como:
- Optimización del uso energético: La adopción de tecnologías energéticamente eficientes en los procesos productivos y la transición a fuentes de energía renovables pueden reducir significativamente las emisiones de carbono.
- Reducción del desperdicio alimentario: Los residuos de alimentos generan importantes emisiones de carbono, especialmente cuando terminan en vertederos, donde producen metano. La mejora en la gestión de inventarios, la donación de productos no vendidos y la reutilización de excedentes pueden minimizar este impacto.
- Abastecimiento sostenible: La reducción de emisiones de CO₂ en España y en otros países puede lograrse mediante la adquisición de ingredientes cultivados de forma sostenible, eligiendo proveedores locales y promoviendo prácticas agrícolas regenerativas.
- Transporte eficiente: La logística y distribución de materias primas y productos terminados son fuentes importantes de emisiones en la industria alimentaria. Optimizar rutas de entrega, invertir en vehículos eléctricos y emplear embalajes ecológicos son medidas efectivas para reducir la huella de carbono.
- Gestión de residuos y reciclaje: Minimizar el impacto ambiental de una empresa requiere reducir, reutilizar y reciclar materiales de embalaje, así como mejorar los procesos de gestión de residuos.
- Concienciación del personal: Fomentar la eficiencia energética entre los empleados contribuye a disminuir el impacto ambiental de la empresa.
- Compra de créditos de carbono: Adquirir derechos de emisión en el mercado de carbono puede ser una opción para compensar las emisiones no evitables.
No obstante, a largo plazo, estas iniciativas por sí solas no serán suficientes. Para garantizar su viabilidad, las industrias deberán colaborar con organismos públicos y privados que ya están comprometidos con la descarbonización de la economía.
Hacia una economía descarbonizada: la descarbonización industrial
Si bien la descarbonización implica una inversión inicial considerable, ya ha generado importantes beneficios económicos y sociales.
En este sentido, Europa es la región que más ha avanzado en la transformación de su economía. Su estrategia ha sido crear legislación (como el Pacto Verde Europeo) y establecer objetivos comunes a toda la UE. Un buen ejemplo de ello es el Reglamento (UE) 2021/1119 del Parlamento Europeo y del Consejo de 30 de junio de 2021 por el que se establece el marco para lograr la neutralidad climática, que fija el año 2050 como fecha límite para alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono. Esto, a su vez, provocó que el objetivo de 2030 sea más ambicioso; es decir, establece una meta de reducción de emisiones de CO₂ en España y en el resto de Europa de al menos un 55% para 2030.
Sin embargo, estas profundas transformaciones del tejido productivo no se producirán si no se dispone de suficientes recursos financieros. Un ejemplo de ello son los fondos Next Generation de la UE, ya que, su recepción ha estado condicionada a que los EM presentaran proyectos innovadores, que han de reforzar el proceso de descarbonización.
Por lo tanto, el sector privado debe tener en cuenta que, a partir de ahora, la normativa y los planes relacionados con la descarbonización se integrarán en otras políticas clave.
El “Fit for 55 package” y la “Estrategia a Largo Plazo para una Economía Española Moderna, Competitiva y Climáticamente Neutra en 2050” (ELP 2050) ilustran perfectamente esta diversidad. El primero consiste en un conjunto de ideas para impulsar la reducción de las emisiones netas de GEI en al menos un 55% para 2030, pero complementa las políticas energéticas, de uso del suelo, climáticas, de transporte y fiscales con, por ejemplo, objetivos vinculantes en cuanto al número de puntos de recarga para vehículos eléctricos y de estaciones de hidrógeno.
Lograr una economía descarbonizada es un reto monumental, pero también representa una gran oportunidad para las empresas que tomen la iniciativa en la descarbonización industrial. Adoptar estrategias integrales de descarbonización no solo contribuirá a un futuro más sostenible, sino que permitirá a las compañías cumplir con las normativas, fortalecer su competitividad y liderar la transición hacia una economía baja en carbono.
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